Creció capacidad ociosa de la industria y bajó producción.
Exportación de arroz.
Tras el cierre de la planta de Saman en Rio Branco que estaba operativa —la otra había dejado de trabajar el año pasado—, otras empresas del sector como Glencore y Agroindustrial Casarone estarían adoptando una decisión similar en las próximas horas.
El cierre de las plantas o la reducción de las plantillas de trabajo se debe al aumento de la capacidad ociosa, debido a una reducción del área arrocera en las últimas zafras, situación que se puede agravar más con la caída de 20% del área para la zafra 2018/19, donde no se estarían plantando más de 130.000 hectáreas.
Días atrás, Arrozal Treinta y Tres otra empresa fuerte del sector bajó de sus plantillas mucho más personal que Saman y a nivel de chacra, según datos de la Asociación de Cultivadores de Arroz (ACA), habían caído 500 trabajadores sólo en los últimos dos años.
“Lo que está ocurriendo es una gran capacidad ociosa en la fase industrial. La baja de trabajadores se suma a todos los puestos de trabajo en la fase productiva”, reconoció el titular de la Asociación Cultivadores de Arroz (ACA), Alfredo Lago.
Lago consideró que “lo más triste es que en lugares históricos como Rio Branco, que fue uno de los primeros donde hubo industria arrocera —fue de las primeras estructuras del arroz en 1930—, que la principal industria arrocera detenga su operación, es reflejo de la realidad que vive hoy el sector”. La situación ya fue denunciada al gobierno en más de una oportunidad por la ACA.
A nivel de chacra los arroceros cargan en el lomo seis zafras con pérdidas y en la última campaña hay que sumarle de pérdida otros US$ 300 por hectárea. El sector está endeudado y gran parte de ese endeudamiento está enmarcado en lo que son los Fondos Arroceros, que son el Fondo III por pagar y el Fondo IV casi en su totalidad.
Con números en rojo en las últimas seis zafras, incluso pese a los rendimientos récord por hectárea que logró el cereal —la producción arrocera uruguaya es una de las más eficientes del mundo y produce calidad cuidando el medio ambiente—, el achicamiento del área para la próxima zafra se da por lo que le está costando a los productores refinanciar deudas para volver a plantar, tanto a nivel de bancos, como a nivel de los molinos, que son los que financian buena parte del área destinada al cultivo.
Los mismos costos altos de combustible, mano de obra y energía le pegan también a la industria, que tiene menos arroz para procesar y vender, pero que cuenta con costos fijos que debe hacer frente todos los meses.
Datos. El arroz es una fuente importante de mano de obra en el interior, incluso a nivel de chacra. Según los datos del Anuario Estadístico Agropecuario, lanzado ayer por la Dirección de Estadísticas Agropecuarias (DIEA/MGAP), en la zafra 2013/14 se usaban 3.204 trabajadores, en la siguiente se pasó a 2.912 trabajadores y en la última quedó en 2.893 trabajadores por ha.
No sólo subieron costos para el productor como energía, combustible y mano de obra, también siguió subiendo el precio del agua. Todo el arroz plantado en Uruguay se hace bajo riego. En la zafra 2005/06 —siempre según DIEA— el costo conjunto por tierra y agua eran 26,5 bolsas por hectárea y en la última zafra se pagaron 31,1 bolsas por ha.
La mayoría de los productores arroceros plantan en tierras arrendadas. En la zafra 2005/06 plantar una hectárea costaba 9,4 bolsas, mientras que en la zafra 2016/17 ya se estaban pagando 12,5 bolsas por hectárea. En el caso de los que sólo pagan agua, los números también subieron: En la zafra 2006/07 pagaban 18,6 bolsas de 50 kilos de arroz cáscara por hectárea y en la zafra 2016/17 ya estaban pagando 20 bolsas por hectárea. En esa misma zafra fueron 426 productores que sembraron 164.457.000 hectáreas que arrojaron 1.409.582 toneladas con un rendimiento de 8.571 kilos por hectárea. La baja del área también le pega fuerte en el interior a los camioneros que hacen los fletes, a los vendedores de insumo y otros agentes, como gomeros y estaciones.
Fuente: El País
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