El problema es que los humanos desechamos muchas cosas que son fundamentales para las abejas; transformamos su entorno y limitamos sus fuentes de alimento.
Montevideo – TodoElCampo – Es conocido que las abejas benefician al mundo de muchas maneras, y que su existencia es fundamental para la vida, no sucede lo mismo con los microbios sobre los que solemos tener una opinión claramente negativa, sin embargo unos y otros juegan un papel importante y necesario.
Becky Timmons, directora de Investigaciones y Controles de Calidad de Alltech dijo que para alimentar la población prevista para el 2050 de 9 mil millones de personas, es necesario aumentar la productividad agrícola en 20 o 30 %. Para lograrlo hay dos opciones: aumentar las tierras arables (lo que no es posible) o mejorar los rendimientos de las tierras disponibles. La afirmación de Timmons fue en el 30° Simposio Internacional de Alltech.
En ese objetivo de mejorar el rendimiento de los cultivos en la misma extensión de tierra cultivable o arable las abejas y los microbios pueden ser importantes socios de los agricultores.
Es que sin microbios no habría plantas o animales. Su biodiversidad es importantísima, y sus papeles cruciales. Los microorganismos son necesarios para la adquisición de nutrientes a través de la creación de enzimas que promueven la ruptura de la materia en el suelo. Ellos pueden producir antibióticos que eliminan los patógenos en el suelo, toxinas que impiden plagas y hormonas que ayudan a las plantas a crecer.
Por otra parte, uno de cada tres bocados ingeridos por los estadounidenses se ve afectado por las abejas. El 90 % de los cultivos que consumimos son compuestos por alrededor de 12 cultivos diferentes, la mayoría auto polinizados, más del 15 % de lo que comemos proviene de cultivos con polinización directa. De la misma manera, hasta la carne que ingerimos está indirectamente afectada por las abejas.
Las abejas viajan un promedio de 88,500 kilómetros para crear medio kilo de miel, y una colmena visita alrededor de 225.000 flores por día. El polen de las flores proporciona proteínas a las abejas, y también reciben la energía de su néctar.
El problema es que los humanos desechamos muchas cosas que son fundamentales para las abejas; transformamos su entorno y limitamos sus fuentes de alimento.
Desde el 2006, los apicultores han perdido un tercio de sus colonias de abejas por año, en lo que se ha llamado el “colapso de colonias”.
No hay una explicación clara, pero hay una serie de factores que afectan la vida de las abejas: pesticidas, parásitos, urbanización y monocultivos.
PESTICIDAS: Son absorbidos por las plantas en su sistema vascular y penetran en el suelo. Las abejas ingieren niveles sub-letales y los pesticidas actúan como un agente nervioso.
PARÁSITOS: El ácaro Varroa, un parásito externo y el Nosema, unos parásitos unicelulares; hongos.
URBANIZACIÓN: A medida que acabamos con la fuente de alimento de las abejas, se hace más difícil para ellas reproducirse y mantenerse saludables.
MONOCULTIVOS: Crean ambientes desafiantes para las abejas, ya que ofrecen apenas una fuente de alimento de temporada y sin diversidad.
Timmons explicó que si una abeja tiene un parásito y no está bien, irá en busca de fuentes de nutrición, pero a menudo no puede encontrar recursos porque las flores no están allí debido a la utilización de herbicidas o porque se encuentran en una zona urbana.
Las abejas ahora tienen que volar aún más lejos para conseguir alimento, y cuando llegan se sienten desorientadas por causa de los pesticidas ingeridos y no logran volver a sus colmenas, describió la directora de investigaciones de Alltech.
URUGUAY. EN NUEVA PALMRIA NO HAY ABEJAS.
En Uruguay, a cien kilómetros a la redonda del puerto de Nueva Palmira (departamento de Colonia) es donde se encuentra la mayor afectación de agroquímicos que impide la presencia de abejas.
En la zona del puerto de Nueva Palmira la agricultura es más intensiva y como consecuencia los apicultores colonienses presentan graves problemas para su supervivencia. Miles de colmenas mueren cada año en el departamento como consecuencia de la utilización de agroquímicos que no matan a la abeja directamente pero eliminan sus posibilidades de supervivencia al quitarles la comida, informó el diario coloniense El Eco.
El productor y dirigente apícola Hector Fripp dijo a ese matutino que el glifosato genera desequilibrios corporales en la abeja que terminan matándola “esto ocurre principalmente en un radio de cien kilómetros del puerto de Nueva Palmira, donde se encuentra el círculo de producción agropecuaria más intensiva”, señaló.
Colonia posee unos 300 apicultores
(Con datos de Alltech, El Eco e información propia).
Fuente: Todo el Campo
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